Dos niños, un monumento y un policia

Este no era el post original que tenia pensado, pero en el proceso me tope con una foto que me trajo recuerdos. Esta el la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en Baruta, data de 1655. Ahí me bautizaron, hice mi primera comunión y primera y ultima confesión. Pero mi historia no es sobre la Iglesia es sobre dos niños, una monumento y la policía.



Todo paso un día cualquiera del calendario escolar de mi tercer grado luego de mi acostumbrado turno de la mañana mi amigo Víctor y yo decidimos quedarnos a jugar un rato en la plaza, nuestra escuela quedaba solo al cruzar de la calle. Compramos un raspado con leche condensada y nos sentamos en una de las banquetas, felices terminamos el raspado, sacamos la pelota de goma y correr se dijo.
La plaza Bolívar de Baruta como la mayoría de las plazas, es travesada por corredores de esquina a esquina y un corredor central, todos convergen en la majestuosa estatua de Simón Bolívar.



Jugamos por unos 15minutos corre por aquí y corre por allá, con la lengua afuera y sin aliento nos sentamos al pie del monumento. No me pregunten el por que pero minutos después nos encontrábamos Víctor y yo tratando de montarnos en el pedestal de la estatua. Segundos después una voz de ronca y profunda autoritaria que venia detrás de nosotros nos preguntaba que estamos haciendo; la respuesta fue inmediata, nada!! Cuando nos dimo la vuelta un hombre con un uniforme azul y cara de pocos amigos nos miraba fijamente. Ustedes saben quien es el? Pregunto al mismo tiempo que su dedo índice apunta a la estatua. En coro le respondimos que si. El solo dijo: Bueno si ustedes saben quien es el entonces saben que cometieron un delito, recojan sus cosas y se vienen conmigo. Si el terror tiene cara pues la de Víctor y la mía serian un buen ejemplo.
Sin decir una palabra recogimos nuestros bultos y le seguimos. El destino era fácil de adivinar la Prefectura de Baruta quedaba al cruzar la calle. Llegamos a la prefectura y nos metió a un salón amplio donde una estatua de Simon Bolívar yacía en el centro. La voz ronca volvió a preguntar, se saben el himno nacional? Le respondimos que si. Entonces miren al Libertador y empiecen a cantar, nos dijo. Con voz entrecortada cantamos el himno y cuando terminamos el policía nos dijo “firme y con vista al Libertador”. Así pasaron los minutos en silencio y mirando al Simon Bolívar de concreto. Una vez que el policía considero que habíamos cumplido con la condena nos dijo: Espero que hayan aprendido la lección, agarren sus cosas y váyanse derechito a sus casas, la próxima vez los meto presos.
Esta historia nunca llego a oídos de mi mama o mi papa, si no la paliza hubiese sido monumental. El resto del año Víctor y yo nos dedicamos a comer raspados con leche condensada después de clases y a corretear en la plaza del Cristo, por que en la plaza Bolívar ni locos.